viernes, 8 de julio de 2011

CREAR PROFUNDAMENTE

ESCRIBIR. Es una palabra que siempre nos cabe para una reflexión. Es verdad, sobre todo a los que por alguna razón hemos elegido las letras para cobijarnos de posibles estados angustiosos, en donde volcamos en el ánfora del refugio nuestras maneras de pensar y hacer un paraíso aquellos momentos en que nos despegamos de un mundo muchas veces áspero y contradictorio a todo aquello que se llama felicidad. Los recuerdos se agolpan para mostrarnos un nuevo afán de ver lo que ya hemos vivido y que de alguna manera quedó atrás, pero que con nuestro pincel imaginativo le volvemos a dar color y a desempolvar de un sueño casi olvidado, casi digo, porque la memoria es fecunda y es ella la que nos hace tenerlos de nuevo dentro de nosotros mismos para recrearlos con nuestras palabras. Pienso, que no en vano es que se debe expresar el sentimiento íntimo, para hacer de él un refugio en donde se borra la soledad, el desarraigo y en donde llegamos a ser nosotros mismos. La crítica nos viene bien porque de ella podemos conseguir que nos tengan en cuenta y trascender más allá. La palabra nos puede trasladar a lugares que no vimos, que no conocimos, porque muchas veces tenemos el relato ajeno y eso nos basta para componer una historia basada en argumentos de alguien que nos lo confió, lo mismo sucede cuando creamos e inventamos en medio de silencios y recuerdos la poesía cantarina que nos revela nuestro estado de ánimo. Más allá nos vamos, más allá nos quedamos y así con distintas piezas componemos la verdadera o la imaginaria obra con un argumento recreativo para el lector. Siempre tenemos ganas de llegar a alguien y este es justamente el motivo del encuentro. Es una posibilidad y búsqueda de placer porque es acercarnos muchas veces al gran poder creativo que nos viene de un solo Creador Eterno al cual invocamos los que nos asiste la FE.

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