HABLEMOS BIEN

A VECES, NOS PONEMOS A ESCUCHAR Y SEGUIR UN PROGRAMA EN LA RADIO. EL TEMA PUEDE SER INTERESANTE, AUNQUE NO MUY INTELECTUAL, PERO NOS PARECE SIMPÁTICO Y LO ESCUCHAMOS ATENTOS. DE PRONTO SALTA UNA PALABRA MAL DICHA Y NOS SORPRENDE, PORQUE PENSAMOS QUE ESA PERSONA ES LO SUFICIENTEMENTE INFORMADA CON RESPECTO AL CONOCIMIENTO DE LA LENGUA CASTELLANA, PARA ATREVERSE A EMITIR UN TEXTO Y DARLO A CONOCER A LOS OYENTES. UNA VEZ ESCUCHÉ QUE ALGUIEN CORREGÍA AL LOCUTOR POR HABER DICHO MAL UN VERBO. PARA QUÉ LO HICIERA, EN ESE MOMENTO SE LE ABALANZÓ CON PALABRAS UN POCO FUERTES Y FUERA DEL CARRIL Y LE DIJO, QUE ÉL ERA DUEÑO DEL PROGRAMA Y QUE PODÍA DECIR LO QUE SE LE ANTOJARA. LAS TINTAS SE PUSIERON FUERTES Y DEL OTRO LADO OCURRIÓ EL SILENCIO CORTÁNDOSE LA COMUNICACIÓN. MIENTRAS TANTO EL LOCUTOR SEGUÍA LANZANDO PALABRAS AL AIRE QUE NO CORRESPONDÍAN Y QUE SEGURAMENTE LA OTRA PARTE DIBUJARÍA UNA SONRISA AL ESCUCHAR LA IRA GRATUITA DE UNA PERSONA POCO EDUCADA. ES UNA LÁSTIMA QUE EN ESTOS TIEMPOS NO SE CUIDEN LOS DETALLES PARA TRANSMITIR MENSAJES, TANTO EN LAS EMISORAS RADIALES Y EN LOS CANALES DE TELEVISIÓN. CAPTAMOS, CAPTAMOS A VECES, ESOS BACHES DESAGRADABLES Y ENTONCES CAMBIAMOS EL DIAL.