domingo, 18 de septiembre de 2011

TODO SE HACE NUESTRO

Allá lejos se pierde la mirada de mis ojos y sube hacia las cumbres milenarias de las montañas que se azulan victoriosas ante la luz mañanera de un sol que dibuja sus contornos, para entregar la belleza de lo creado. El viento tibio anunciaba la proximidad de la primavera y de pronto como un himno de vida se sintió el alborozo de pájaros que alegremente abrían sus picos bulliciosos para entonar melodías antiguas y como un sueño precioso se adentraron en mis oídos, para enseñarme que lo pequeño tiene grandiosidad en su naturaleza. En ese momento aparecieron los teros para sumarse a los quitupies bulliciosos y entonces se me llenó el alma de recuerdos de otros pájaros, de paisajes eternos en los lugares de ensueños de aquella niñez tan lejana y eterna. De los montes norteños con olor a lluvia y a silencio. Pero el pecho se abre siempre ante los recuerdos y es hermoso contar la vida de aquel entonces. Existieron las mañanas plenas de sosiego y canto, de reunión de pájaros como estos que son nuestros. De la fronda amable que albergaba cuises y conejos. Allá lejos sigue mi mirada atenta, descubriendo formas, admirando el cielo y su color eterno. Todo me conmueve, todo se hace nuestro

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